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El Bordado de punto de cruz
El bordado de punto de cruz.
Bordado, labor de embellecimiento de una tela mediante dibujos realizados con hilos y una aguja. La palabra bordado deriva del francés medieval borde. El término se aplicó inicialmente a los ribetes decorativos de punto tejidos en las vestiduras litúrgicas medievales. En esa época, la palabra abarcaba también el adorno en punto sobre cualquier textil, así como sobre cuero, papel y otros materiales. La invención en 1828 de la primera máquina de bordar por el alsaciano Joseph Heilman, hizo posible la producción en serie de bordados. Sin embargo, se sigue practicando como un trabajo de artesanía, al igual que en la antigüedad. También persiste su utilización histórica para la decoración de vestidos, prendas religiosas, murales o colgaduras y ropa para la casa, al igual que en tapicería, alfombras y otros elementos domésticos.Materiales y técnicas
Los bordados tienen una finalidad tanto funcional como puramente decorativa. En los trabajos de aplicación, se sobreponen al tejido base piezas de tela que contrastan con el fondo. En el caso del nido de abeja los puntos decorativos aseguran frunces, que previamente se han realizado en el tejido de fondo. Los puntos o puntadas decorativas son conocidos por nombres tales como de cadeneta, de manta, el de pluma, de nudos, de raso, de cruz o gross point y el de gobelino, medio punto o petit point. Normalmente el hilo es de seda, lana, algodón o lino. También se utiliza alambre fino y, en algunas labores del siglo XX, fibras sintéticas. Los hilos gruesos o preciosos forman, en ocasiones, diseños diferentes, es decir, se aseguran con hilos simplemente tendidos sobre el tejido de fondo y sujetos a intervalos por puntadas transversales. Algunas técnicas de bordado consiguen una superficie prácticamente plana, mientras que otras elaboran dibujos en relieve. En el calado, se sacan los hilos del tejido de fondo, los rebordes de éste se bordan y los espacios intermedios se rellenan con puntos o puntadas decorativas. En este tipo de bordado, algunos hilos de urdimbre, trama o ambos, se deshilan de la base y los hilos que quedan se agrupan con diversos puntos como la vainica. Algunos bordados se denominan según el tipo de hebra que se emplee, como en el caso del crewel work (del inglés crewel, 'estambre'), con puntadas de lana de estambre de colores brillantes sobre un tejido de fondo de lino beige, blanco o de lana. Otros tipos se denominan según el tejido de fondo que se emplee, como el bordado de gasa. En los bordados de 'hilos contados', el dibujo se realiza siguiendo la trama del tejido base o de un cañamazo que se superpone a éste, que se retira una vez acabado el trabajo.
El bordado conocido como 'tapicería de aguja' también se realiza sobre cañamazo. En este caso la superficie total de la tela se cubre con puntadas idénticas que van formando un dibujo. Los puntos más utilizados para realizar esta labor son el de medio punto o petit point y el de cruz o gros point.
Los primeros bordados
Las antiguas fuentes literarias y artísticas indican que el bordado se aplicaba a la ropa y otras telas desde los tiempos más antiguos. La primera prenda bordada que se conserva, gracias al clima seco del desierto, es egipcia. Los egipcios eran bordadores muy hábiles que también decoraron los tejidos con aplicaciones de piel y abalorios. También se conservan algunas piezas que provienen de los pueblos mediterráneos antiguos y los pueblos indígenas americanos. En Persia, Babilonia, Israel, Fenicia y Siria se crearon centros de delicados bordados. En Perú, por ejemplo, se han encontrado tejidos de algodón con bordados de lana de tipo geométrico y gran colorido en la necrópolis de Ancón. Véase Tejidos latinoamericanos.
Bordados europeos
En el Bizancio medieval se bordaban prendas de corte, vestiduras eclesiásticas y de ceremonia, con dibujos de gran colorido, a menudo copiados de modelos persas y ornamentados con perlas e hilos de oro y plata. A finales de la Grecia medieval se bordaban con seda paneles de lino con dibujos geométricos y florales de influencia persa e italiana. El modelo bizantino se extendió por toda Europa, particularmente en Italia y en el sur del continente. Este estilo figurativo se utilizaba comúnmente tanto en vestiduras para la iglesia realizadas por los talleres italianos, como en los bordados religiosos germanos de los siglos X y XI. España fue uno de los principales centros del bordado de lujo durante la edad media; un hermoso ejemplo de ello es el Tapiz de la creación (siglo XII, catedral de Gerona), realizado en punto de cadeneta y cordoncillo. El bordado medieval europeo más conocido, y la pieza más grande que aún existe es el tapiz de Bayeux del siglo XI. Técnicamente es un bordado más que un verdadero tapiz, y describe la conquista de Inglaterra por los normandos en 1066, en lana de colores sobre un tejido de fondo de lino. La reputación del bordado litúrgico inglés de los siglos XIII al XV se extendió por toda Europa. El estilo era conocido como opus anglicanum y se pone de manifiesto en trajes religiosos y telas bordadas en seda e hilo de metal con imágenes de santos y dibujos similares a los encontrados en cuadros y manuscritos.
El oro se empleó con más frecuencia en bordados a partir del año 1300. La utilización de este metal condujo a la técnica borgoñona, llamada bordado or nué (oro sombreado). Esta técnica dominó el bordado pictórico de los siglos XIV y XV. Los paneles de tela se cubrían con hilos de oro que estaba oculto en algunas zonas del dibujo y cubierto de hilos de seda en otras, creando así un efecto pictórico.
Siglos XV y XVI.
Durante estos siglos en Italia la pintura de aguja o técnica borgoñona alcanzó su punto álgido. Pintores como Antonio del Pollaiuolo crearon escenas para ser representadas por bordadores. A mediados del XVI, el bordado de la vestimenta incluía motivos decorativos profanos tales como grutescos y volutas. Este trabajo se realizaba en monasterios, conventos y también por bordadores profesionales miembros de los gremios. Además de la pintura de aguja también continuó el bordado puramente decorativo. Por ejemplo, la labor con hilo blanco de lino sobre fondo del mismo color se trabajaba con diferentes puntadas para vestiduras litúrgicas y prendas de campesinos. En el siglo XV el calado de hilo blanco sobre fondo blanco hizo aparecer el reticello (del italiano 'pequeña red'), que suponía una primera fase en el desarrollo de la confección de encajes.
En España, debido a los siglos de dominación musulmana, la influencia de los bordados árabes fue muy grande. De los diversos estilos españoles, el más llamativo era el de punto de lana de oveja negra sobre lino blanco. Llevado a Inglaterra en el siglo XVI (según la tradición, por Catalina de Aragón, primera esposa de Enrique VIII), la combinación de colores negro sobre blanco se convirtió en el popular trabajo isabelino de blackwork. La evolución del bordado en la península Ibérica corrió paralela a la del resto de Europa; sin embargo, algunas variedades regionales, que aún se practican hoy día, conservan las características y peculiaridades que tenían en el siglo XVI. Entre las más destacadas se encuentran el de Lagartera, con motivos geométricos y de influencia oriental, el de Mallorca, de exuberante policromía, y el de Cáceres, de inspiración mudéjar y renacentista.
En Alemania, después de la Reforma protestante, el bordado se empleó para objetos domésticos y el crewel work se hizo muy popular. En la Europa oriental y central floreció como un arte del pueblo y se utilizó para decorar almohadones, toallas, sábanas, cenefas y otros artículos para la casa. Los motivos geométricos y florales son comunes y la gama de colores es generalmente brillante y variada.
Siglos XVII y XVIII
Durante estos siglos continuaron las técnicas de siglos anteriores. A pesar de que no eran comunes, los libros de diseños de bordados aparecieron a principios del siglo XVII. Durante este periodo se empleó el dechado como muestra de diferentes tipos de punto y bordados. En el siglo XVIII se crearon dechados en forma de imágenes impresas.
En el siglo XVII aparecieron dos técnicas importantes. En el stumpwork, los diseños (normalmente escenas bíblicas con figuras ataviadas con vestidos del XVII) se confeccionaron en relieve sobre tejidos de fondo de seda o de lana de algodón. Este bordado se usaba con frecuencia para decorar objetos tales como cajas o marcos de espejos. En el trabajo en lana de la época de Jacobo I Estuardo, variedad del crewel work, se confeccionaban grandes telas de lana y tejidos con follajes exóticos, aves y escenas en variados puntos y colores. Estas obras se emplearon como tapices, cortinas, colchas y otros elementos domésticos. Otra tendencia fue el uso de figuras repetitivas, como el 'punto de llama' o Bargello empleado, por ejemplo, en tapicería. El bordado de ropa para hombre y mujer alcanzó su máximo esplendor en los siglos XVII y XVIII. A finales del XVIII el bordado blanco de Sajonia se hizo famoso para decorar puños, pañuelos y artículos similares.
Tendencias del siglo XIX
Después de la Revolución Francesa se tendió hacia formas más sencillas. El bordado sobre tul se hizo popular, así como el trabajo de aplicación, que en ocasiones fue complementado por la pintura. La técnica popular más extendida durante el siglo XIX fue el punto de lana de Berlín, una variedad de la tapicería de aguja o cañamazo realizada en seda, en ocasiones con abalorios, sobre lana de brillantes colores. A finales del siglo XIX el movimiento Arts & Crafts liderado por el diseñador británico William Morris incluía bordados.
Asia
Entre los muchos estilos asiáticos de bordado destacan especialmente los de Irán, India, China y Japón.
Irán e India
No se conserva ningún ejemplo de bordado persa de antes del siglo XVI. No obstante, el viajero italiano del siglo XIII Marco Polo describió diseños que aún se utilizan siglos después en alfombras, mantas de viaje, tapices, cortinas y mantelerías. Eran muy frecuentes los motivos florales y de medallones similares a los de las alfombras persas. Para conseguir una gran variedad de texturas, elemento importante en el bordado persa, se emplearon numerosas técnicas, particularmente el zurcido, el bordado de realce y el calado.
En la India el bordado posiblemente ya se conocía en los tiempos prehistóricos. En el siglo XVI los emperadores mogoles impulsaron este arte y bajo su mecenazgo muchos artesanos persas se instalaron en la India. Los bordados propios de cada región siguieron floreciendo. Entre los estilos más conocidos están el kutch y el kathiawar, en los que el punto de raso está decorado con motivos florales insertados con piezas de material reflectante. En el Punjab, los bordados phulkari muestran diseños geométricos realizados con labores.
China y Japón
Los primeros ejemplos del bordado chino que aún existen son prendas del Turquestán oriental de la dinastía Tang (618-906). Profundamente influenciado por la industria de la seda, que puso a disposición de los artesanos exquisitos hilos y telas, el bordado chino se empleó principalmente para decorar prendas. Los ricos ropajes de los emperadores chinos estaban profusamente adornados con motivos tradicionales y confeccionados sobre un rico tejido de fondo oscuro, a menudo de seda negra. Una técnica característica consistía en deshilar o sacar puntos de raso, con lo que se formaban filas de puntos separadas por estrechas tiras de tejido como fondo. También eran características las filas de hilos de seda en bordados de realce cubiertas por oro y plata.
En Japón, las sedas de colores continuaron bordándose con largas y flexibles puntadas de hilos de seda planos. Son comunes los diseños de flores, aves, líneas atrevidas y motivos abstractos, que conseguían una sensación de armonía por equilibrada distribución del espacio. El bordado japonés de los kimonos femeninos floreció especialmente en los siglos XVII y XVIII.
Fuente: "Bordado", Enciclopedia Microsoft(R) Encarta(R) 98.